La leyenda del Jacho Centeno

Uno de los personajes que aparece en la gran mayoría de las historias que cuentan los abuelos nacidos en Puerto Rico es la del Jacho Centeno. Se trata de un hombre que fue campesino y que vivió cerca de Orocovis durante la primera mitad del siglo XX.

Por las tardes, se le podía ver pescando, ya que precisamente con esa actividad, lograba darle el sustento tanto a su esposa como a sus hijos. Un día en el que regresó a altas horas de la noche a su casa, el hombre encendió un hacho (quizás en algunas regiones de la isla observes que la gente lo escribe como “jacho”) para alumbrar su camino.

Para aquellos que aún no lo sepan, los hachos son manojos de paja que tienen la función de alumbrar, tal y como si se tratara de una linterna. Lo malo es que la antorcha se apagó antes de que el sujeto pudiera llegar a su morada.

Entre sus pertenencias, este personaje traía una cruz de madera, a modo de amuleto sagrado. Sin embargo, desesperado por no poder ver nada en la oscuridad de la noche, cogió el último cerillo que le quedaba y prendió la cruz.

Días más tarde, el hombre enfermo de gravedad y murió. La gente dice que su alma fue condenada a volver a la tierra a buscar las cenizas de la cruz que había quemado.

Se cree que este ente sólo logrará alcanzar el descanso eterno cuando junte todos los restos de aquella reliquia sagrada. Y tú… ¿Crees en fantasmas?

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